En la Biblia hay episodios que demuestran que Jehová conoce a los que le son leales. Por ejemplo, durante la época de Aaron, Corè se rebelò pues tenìa la pretenciòn de ser reconocido sobre Aaron y el propio Moisés. Este había predicho que un fuego consumiría a quienes no fueran leales a Jehova. Y eso fue lo que sucediò. Core y los cientos que estaban con él perecieron.
Tambièn durante la época de Pablo surgió algo parecido, pues este escribió que había lobos que pretendían esparcir a las ovejas. Pablo sabía que dentro de la congregación habían personas que parecían ser cristianas pero que solo buscaban intereses personales.
Salmo 33 dice que el pensamiento del corazón de Jehovà durara para siempre. Al igual que Malaquias 3: Yo soy Jehova, no he cambiado. No hay que dudar que Jehova es el mismo desde siempre y para siempre. Así como antaño reconoció a sus seguidores, a quienes lo adoraban, en estos tiempos también lo hará.
Al adorar a Jehova debemos de renunciar a nuestras propios deseos al acercarnos a él. Recordemos que Jehovà odia la injusticia. ÈL rechazo a Core y sus seguidores y acepto a Aaron. Eso no cambiara, siempre sera asì. Igualmente siempre habrá recompensa en la adoración de nuestro Dios. Primeramente, la recompensa mas importante es la espiritual. El recorre con sus ojos la tierra buscando a los que le son fieles para mostrar su favor con ellos (2 crónicas 16: 9)
Eso sucedió en aquellos tiempos y puede ocurrir también en estos tiempos. Esto no quiere decir que tengamos dudas respecto a nuestros hermanos de congregación sino que debemos examinarnos a nosotros mismos. Sí, examinarnos a nosotros mismos, pues podríamos haber caído en la modorra espiritual. Podríamos haber perdido ese primer fuego de nuestro amor a Jehova. Quizá nuestra adoración solo sea una forma de buscar sus bendiciones y no un amor profundo y sincero por ser Èl nuestro amoroso creador.