Si nosotros fuéramos del Amor seriamos de Dios. Nuestro amor no fallaría ni jamás dejaría de arder. Aunque somos capaces de dar amor, aùn nuestro amor es falible, arisco en las pruebas, un poco reticente y, a veces, un poco burlón. Sin embargo, cuando amamos con el amor verdadero, el amor que es capaz de darlo todo, perdiéndolo todo sin esperar ganar nada, entonces nos hacemos excelsos pues tenemos a Dios en nosotros, nuestro Dios Amor. Y de esa manera alcanzamos algo de Dios, estando en Èl a travès del amor.
Sin amor no somos nada. Un poco de materia vacía, que espera que su tiempo se cumpla.
Hay que dar amor a todos sin importar el credo, la raza o el sexo. No debemos juzgar porque esa es una facultad que Dios se ha reservado. Olvidemos con frugalidad las ofensas, perdonando con abundancia de amor. Amémonos como nos ama Dios, sin miedo. Porque muchos aman porque temen, pero ese no es un amor verdadero pues no hay amor por miedo, sino que se ama completamente, totalmente como Dios ama, sin reservas, pues su naturaleza es amor.