22 de agosto de 2013

¿Somos cristianos verdaderos?



¿Por qué creemos que somos cristianos?
Seguramente daremos muchas razones para confirmar que si somos cristianos: 
- Dar diezmos. Pero a Dios no le interesa nuestro dinero, Él es dueño de todas las riquezas del mundo porque las creó. 
- Asistir a la iglesia o congregación. Cualquiera puede ingresar a una iglesia y seguir siendo el mismo, es decir, practicar la hipocresía.   
- Orar. Lo cual no quiere decir que seamos escuchados ni que nuestro orar este de acuerdo a la forma en que Dios quiere que lo hagamos. 
- Aceptar a Cristo. El aceptar a Cristo con los labios no quiere decir que lo aceptemos con el corazón. 
- No fumo ni tomo. Lo que hacen muchos que no son cristianos, simplemente porque desean cuidar su salud. 
No todos aquellos que dicen ser cristianos en verdad lo son. Todos hemos pecado, no hay ni uno solo que este limpio delante de Dios. Lo único que nos puede ayudar es su gracia, otorgada por Dios a aquellos que en verdad se arrepienten. Para eso hay que reconocer que somos pecadores, pero la gente cree que no hay de que arrepentirse. La mayoría dice: no tengo nada de que arrepentirme, no le hago mal a nadie. 
Recuerda el caso de Judas: comió con Jesús, bebió con Jesús, escucho predicar a Jesús, pero no se arrepintió verdaderamente. Porque hasta los demonios creen que Dios existe y creen que Jesús es el hijo de Dios, pero no hay arrepentimiento verdadero
No es solo cuestión de creer sino que nuestra fe se vea reflejada en nuestras obras. Si seguimos con nuestra vida anterior, no sirve de nada decir que somos cristianos. Debemos de testificar con nuestra propia vida. Ser testigos vivificados por Cristo. Que nuestro nuevo modo de vivir sea nuestra mejor carta de presentación. Y que nuestro decir, no sea solo aire viciado que sale de nuestro labios. Debemos de arrepentirnos, cambiar y dar gloria a Dios con un cambio radical.

Que Dios Padre todopoderoso tenga misericordia de nosotros. Amén. 

18 de agosto de 2013

Reflexión: Maestra, ¿qué es el amor?



Uno de los niños de una clase de educación infantil preguntó: 
- Maestra… ¿qué es el amor? 
La maestra sintió que la criatura merecía una respuesta que estuviese a la altura de la pregunta inteligente que había formulado. Como ya estaban en la hora del recreo, pidió a sus alumnos que dieran una vuelta por el patio de la escuela y trajeran cosas que invitaran a amar o que despertaran en ellos ese sentimiento. Los pequeños salieron apresurados y, cuando volvieron, la maestra les dijo: 
- Quiero que cada uno muestre lo que ha encontrado. 
El primer alumno respondió: 
- Yo traje esta flor… ¿no es bonita? 
A continuación, otro alumno dijo: 
 - Yo traje este pichón de pajarito que encontré en un nido… ¿no es gracioso? 
 Y así los chicos, uno a uno, fueron mostrando a los demás lo que habían recogido en el patio. Cuando terminaron, la maestra advirtió que una de las niñas no había traído nada y que había permanecido en silencio mientras sus compañeros hablaban. Se sentía avergonzada por no tener nada que enseñar. 
 La maestra se dirigió a ella: 
- Muy bien, ¿y tú?, ¿no has encontrado nada que puedas amar? 
La criatura, tímidamente, respondió: 
 - Lo siento, maestra. Vi la flor y sentí su perfume, pensé en arrancarla pero preferí dejarla para que exhalase su aroma durante más tiempo. Vi también mariposas suaves, llenas de color, pero parecían tan felices que no intenté coger ninguna. Vi también al pichoncito en su nido, pero…, al subir al árbol, noté la mirada triste de su madre y preferí dejarlo allí… Así que traigo conmigo el perfume de la flor, la libertad de las mariposas y la gratitud que observé en los ojos de la madre del pajarito. ¿Cómo puedo enseñaros lo que he traído? 
 La maestra le dio las gracias a la alumna y emocionada le dijo que había sido la única en advertir que lo que amamos no es un trofeo y que al amor lo llevamos en el corazón. 

Que el Dios Topoderoso los bendiga. 

17 de agosto de 2013

Literatura: "Arrancad las semillas, fusilad a los niños" - Kenzaburo Oé


Una triste historia acerca de la deshumanización en tiempos de guerra. Una crónica de los males de este tiempo acrecentado por el terror y la angustia de la pobreza y miseria moral, enmascarados bajo el nacionalismo y un desenfrenado espíritu de venganza cosificando al enemigo, al otro, tornándolo una bestia a la cual cazar, matar y destazar. Con la sensibilidad a flor de piel, Kenzaburo Oé nos muestra la historia de un grupo de adolescentes que son abandonados en medio de la selva, y que deben de sobrevivir apelando a su astucia y su deseo de sobrevivir. La vida en el reformatorio no los endureció tanto como el maltrato que sufrieron por parte de su prójimo, de los adultos, aquellos que debían de ser portadores de la razón y el orden; sin embargo, traían solo la guerra el caos y obligaban a los jóvenes a luchar una guerra que no entendían ni querían, como es el caso del joven desertor, a quien los campesinos van a cazar como a un animal. 
En un ambiente corrompido por el avance de una epidemia que desmorona el espíritu solidario de la comunidad, la obra de Kenzaburo Oé da a conocer la pobreza espiritual de un pueblo que ha dejado avasallar su propia humanidad.  



15 de agosto de 2013

¿Qué significa ser mártir?


El término español mártir se deriva del griego martys, "testigo", y, por lo tanto, designa  a quien puede dar fe de una acción  o suceso. Sin embargo, la palabra griega tiene un sentimiento más amplio. Un famoso lexicógrafo señala que el martys bíblico realiza un "papel activo" al "contar lo que ha visto u o´do" y "proclamar lo que sabe". Por lo tanto, es aplicable a todos los cristianos, ya que tienen la obligación de dar testimonio de lo que han aprendido acerca de Jehová y sus propósitos (Luc. 24: 48; Hech. 1:8). En el caso de Esteban, las Escrituras lo llaman "testigo" (un forma de martys) porque habló acerca de Jesús (Hech. 22:20, Nuevo Testamento Internalineal Griego-Español).
Dado que el testimonio cristiano implica muchas veces hacer frente a la oposición -  lo que incluye detenciones, palizas e incluso la muerte -, en el siglo II de nuestra era, el término correspondiente a martir ya se refería a la persona que había sufrido consecuencias por negarse a renunciar a su fe. Es en ese sentido que hablamos de Esteban como el primer martir cristiano. Pero no hay que olvidar que en la antigüedad lo que definía al martir era el hecho de dar testimonio y no el de llegar a morir.

Fuente: "Testimonio cabal" del Reino de Dios. Editado por los Testigos de Jehová.