21 de octubre de 2010

En estas horas de tempestad...


Bendito sea tu nombre que acompaña
mi soledad, en esta isla que es el mundo
Bendito seas Padre eterno y celestial,
Tù que tienes todos los dones del universo
que nunca duermes por velar nuestro corazòn.

Amado y Santo Jehovà, ¿quièn consuela
tu corazòn por nuestras faltas y pecados?

Yo sè que estas horas de tempestad
donde el mar es àcido que arde
y el horizonte està cubierto de oscuridad,
Tù estàs màs cierto que nunca
màs amor que nunca, Padre Bendito.

Amoroso Padre, gracias por estar siempre conmigo,
con tu mano càlida sobre mi corazòn.Amèn.

8 de octubre de 2010

El amor de Dios es fuego de vida


Aunque hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si me falta amor sería como bronce que resuena o campana que retiñe.

Aunque tuviera el don de profecía y descubriera todos los misterios - el saber más elevado -, aunque tuviera tanta fe como para trasladar montes, si me falta amor nada soy.

Aunque repartiera todo lo que poseo e incluso sacrificara mi cuerpo, pero para recibir alabanzas y sin tener el amor, de nada me sirve.

El amor es paciente y muestra comprensión. El amor no tiene celos, no aparenta ni se infla. No actúa con bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar por la ira y olvida lo malo.

No se alegra de lo injusto, sino que se goza de la verdad. Perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo.

El amor nunca pasará. Las profecías perderán su razón de ser, callarán las lenguas y ya no servirá el saber más elevado. Porque este saber queda muy imperfecto, y nuestras profecías son también algo muy limitado; y cuando llegue lo perfecto, lo que es limitado desaparecerá.

Cuando era niño, hablaba como niño, pensaba y razonaba como niño. Pero cuándo me hice hombre, dejé de lado las cosas de niño. Así también en el momento presente vemos las cosas como en un mal espejo y hay que adivinarlas, pero entonces las vemos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como soy conocido.

Ahora, pues, son válidas la fe, la esperanza y el amor; las tres, pero la mayor de estas tres es el amor.

(1Corintios 13)