23 de julio de 2011

EL AMOR ENTRE UN PADRE Y SU HIJO.


       No hay duda que el amor que siente un padre por su hijo es maravilloso. Siendo humanos ese amor es tan enorme, tan imponente, colosal, que no puede medirse. Imaginemos entonces cuanto es el amor de Dios hacia sus hijos. Estamos hechos a la imagen y semejanza de Dios [Génesis 1, 27], por lo tanto poseemos las cualidades más bellas de Dios: el amor, la misericordia, la compasión (aunque, estas últimas ¿no son también una forma del amor?). Amamos, pero ¿nuestro amor es parecido al amor de Dios? El amor de Dios es paciente, es leal, es bondadoso, no es orgulloso, ni grosero, ni egoísta, no se enoja ni guarda rencor [ 1 Corintios 13, 4-5 ], es el amor perfecto. ¿No nos dio Jehová Dios la ley del amor? ¿No lo puso Él por encima de otros dones como la fe y la esperanza? [1 Corintios 13, 13] Si amamos somos libres, pues al amar queremos acercarnos a la fuente del amor verdadero pues “Dios es amor” [ 1 Juan 4,8 ] y si nos acercamos a Dios, Dios se acercará a nosotros [ Santiago 4:8 ]. ¿No es acaso Jehová Dios, Padre Nuestro (1) ? Recordemos esa bella historia, donde un hijo arrepentido de haber malgastado el dinero de un padre bueno y tolerante, regresa desengañado y arrepentido por haberlo ofendido, entonces el padre emocionado, feliz hasta lo indecible (2), no le recrimina ni lo condena, sino que sabe que su arrepentimiento es sincero y hace una fiesta por él, el hijo perdido y recuperado [ Lucas 15, 11-32 ] ¿No es hermoso ese amor de Padre que perdona al que se arrepiente sinceramente, sin recriminaciones? Pues de todo esto seguramente brota una duda en nuestros corazones, ¿Jehová Dios es capaz de dar tanto amor? No olviden que Él es Todopoderoso y hace según su voluntad. Él no quiere multitud de sacrificios, sino que hagamos justicia a los seres marginados, las viudas y los huérfanos, como muestra de nuestro arrepentimiento y luego “si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”. [ Isaías 1, 18 ]

        Es más, incluso nos dice que Él mismo, sí, el Dios Todopoderoso, a quien nadie puede compararse: “deje el malvado su camino y el criminal sus proyectos, y regrese a Jehová, quien tendrá compasión de él, nuestro Dios, que está siempre dispuesto a perdonar” [ Isaías 55: 7 ]. Por eso, este Dios Padre es “clemente y misericordioso, paciente y lleno de bondad, siempre dispuesto a perdonar” (3) [ Jonás 4, 2 ] Y es que en una relación de Padre e hijo no cabe el rencor ni el gozo por el mal suceso del otro, aunque el error del hijo demuestre la sapiencia en el consejo del Padre. A pesar de hay una campaña de difamación muy extendida, Jehová Dios no se goza en el perjuicio del malvado: “[...] Tan ciertamente como que yo soy Jehová, no me deleito en la muerte del inicuo, sino en que alguien inicuo se vuelva de su mal camino y ciertamente siga viviendo”.

          Por eso, porque tu eres nuestro Padre, Jehová (4), gracias por todos los dones que nos das cada día, por los elementos de la naturaleza: el sol que nos calienta, el viento que nos refresca, la lluvia que da vida y por todo lo demás. Te pedimos, Padre Eterno, que cuides de los seres que más amamos, que nos des siempre salud, que es lo más importante. Además, danos el conocimiento necesario para llegar a ti. Y nunca te canses de darnos otra oportunidad para empezar de nuevo, Dios Padre. Te lo pedimos por medio de nuestro Señor Jesucristo, el único camino para llegar a ti. Amén.

(1) En la oración que nos entregó Jesús, Hijo de Dios, comienza “Padre Nuestro”, haciendo referencia a la relación que debemos cultivar con Jehová [ Mateo 6:9]

(2) Recuerden que el padre menciona la frase: “Mi hijo estaba muerto pero ahora esta vivo” (Lucas 15:24), estaba muerto en el pecado pero ha vuelto a vivir al volver a Jehová, Dios Padre, él único que preserva de la muerte.

(3)Recordemos que Jonás había escapado de la misión que le encargó Jehová Dios: predicar el arrepentimiento a Nínive. Nínive era de las ciudades más violentas mencionadas en el antiguo testamento, por lo que Jonás tuvo miedo. Cuando por fin se dirige a la ciudad y predice su destrucción sino se arrepiente, los habitantes de ella oyen el mensaje y guardan ayuno desde los hombres hasta las bestias. No comen ni beben. Al ver el arrepentimiento sincero de sus pobladores, Jehová Dios los perdona, pero esta decisión enoja a Jonás, y le reclama porque Él es un Dios “perdonador”, “tardo para la cólera” [ Jonás 4, 2 ]. Pero Jehová no lo obligará a callar sino que le demostrará que Él esta en lo correcto con un ejemplo práctico. Hará crecer durante un día, una calabacera que será del agrado de Jonás, pero al anochecer un enorme gusano la devorará, por lo que el profeta nuevamente estará enojado. Pero Jehová le dijo: “Tuviste tú lástima de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni tú la hiciste crecer; que en espacio de una noche nació, y en espacio de otra noche pereció. ¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?” [ Jonás 4, 10-11 ]

(4) [Isaías 63, 16]