En Mateo 12: 43- 45 se puede leer lo siguiente:
" Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla. Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí; y cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada.Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero."
Leí estos versículos en un libro de los hermanos Testigos de Jehová, "Es esta vida todo cuanto hay", y allí explican que Jesucristo se refería a la presencia de los demonios en la tierra. Es cierto que debemos de creer que hay influencias que siempre desean alejarnos de la presencia de Dios. Porque esta es su misión, entiéndase como un deseo vehemente que nace de ellos. Porque no les interesa, en realidad, el ser humano, sino en tanto puedan usarlos como instrumentos de ofensa y agresión al Dios Todopoderoso. Es decir, que pueden dar bienes materiales en tanto se les sirva. No solo utilizan medios directos para comunicarse: como la materialización, la ouija o cualquier medio de contacto, sino también de manera indirecta pero no menos poderosa como la idolatría del materialismo, es decir colocar aspiraciones materiales por encima de la voluntad de Dios, dejar al Todopoderoso en segundo lugar.
Pero en los versículos mencionados se puede interpretar también como la figura de la predominancia de los instintos que un cristiano logra sacar de su vida espiritual sacándolo de su mundo, pero este espíritu no esta muerto, no desaparece, sino que anda rondando, e insiste en retomar aquello que perdió. Al regresar encuentra todo ordenado pero no encuentra un guardián. Es decir, que el cristiano ha ordenado su vida pero ha bajado la guardia, se ha confiado y ha convertido la adoración en un ritual: va a la iglesia , escucha la predica y ora de manera mecánica, pero el amor que sentía se ha enfriado. Es entonces cuando este espíritu del mundo, los instintos, las pasiones regresan. Por eso, hermanos, debemos estar alertas, orar continuamente y no dejarnos adormecer por nuestra suficiencia, nuestro satisfacción personal de nosotros mismos, nuestra falso valor, sino que debemos seguir buscando, constantemente, a cada momento, el amor misericordioso de Dios.
Que el Dios Todopoderoso fortalezca sus espíritus, en el nombre nuestro Señor, Cristo Jesús. Amén.
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