17 de septiembre de 2012

¿Cómo tomará Ud. sus decisiones?


Cuando Leonardo Da Vinci iba a pintar su famoso cuadro "La última cena", buscó personas que puedan servirle de modelo para retratar al señor Jesucristo y a cada uno de sus discípulos. Quería que cada uno de los modelos reflejara las virtudes de un buen cristiano: amor, tolerancia, bondad, misericordia, paz, gozo, autodominio, fe. Después de mucho buscar, pudo al fin encontrar a quien representara a Jesús, a Pedro, a Juan, a Marcos y cada uno de los demás discípulos, pero no pudo encontrar a nadie que representara a Judas. Nadie parecía tener las características del desleal discípulo reflejadas en su rostro. Buscó durante mucho tiempo. Pasaron los días, semanas y años, y no podía hallarlo. Y mientras tanto su obra estaba incompleta. 
Una tarde, un amigo de Leonardo, que era carcelero y conocía su necesidad, le envió un mensaje donde le comunicaba que había encontrado la persona idónea, pues tenía reflejado en su rostro aquellas características propias de Judas. Leonardo, al verlo, le dio la razón. Hizo los trámites respectivos y pudo al fin terminar el dibujo. Cuando hubo concluido, se lo mostró al presidiario, pero este cayó de rodillas. Leonardo pensó que le había conmovido profundamente el conjunto. Y al preguntárselo, este le respondió:
- ¿No me recuerda, maestro?
Leonardo lo miró fijamente durante unos momentos y contestó negativamente. 
- Mireme bien, maestro. ¿Aún no me recuerda?
- No, amigo mío. Lamento no recordarlo.
Ante esto el presidiario rompió en llanto, y le hizo una confesión a Leonardo:
- Yo estuve en este taller hace mucho tiempo. Yo fui a quien usted utilizó como modelo para Jesús. 
¿Que llevó a un hombre que tenía las cualidades cristianas reflejadas en su rostro a terminar en una carcel?
Amigo, el hombre tome muchas veces decisiones erradas que afectan su vida. Conduce el barco de su vida por travesías oscuras, navegando muchas veces a la deriva. En otros casos, es la indecisión lo que pierde al hombre. No sabe a quien obedecer. Está un momento en el mundo y otro en el senda de Jehová. Es indeciso, duda, extraña lo que ha dejado y retorna a las costumbres anteriores; en muchos casos, piensa constantemente en ellas. Solo hay un modo de perderse: no tomar en cuenta lo que Jehová Dios quiere. 
Por eso, una decisión correcta necesariamente debe de estar de acuerdo a las normas que Jehová ha estipulado a lo largo del tiempo y no lo que nosotros deseamos, pues, recordemos, que estamos envueltos en nuestra propia imperfección. Sólo Dios conoce el camino y debemos de obedecerlo, mansamente, por nuestro propio bien.

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