“Cuando vean todas estas cosas, sepan que él está cerca, a las
puertas.” (MAT. 24:33)
COMO usted
quizás haya notado, los testigos oculares de un suceso suelen recordar los
detalles de maneras muy distintas. Por otro lado, a un paciente le puede costar
recordar exactamente lo que le dijo el médico después de darle el diagnóstico.
O alguien tal vez no encuentre sus llaves o sus lentes pese a tenerlos delante.
Todas estas situaciones tienen que ver con un fenómeno que los científicos
llaman ceguera por inatención: no darse cuenta de algo, o bien olvidar algo,
por estar distraído con otra cosa. Se afirma que el cerebro solo puede
concentrarse bien en una cosa a la vez.
Muchas personas
sufren un tipo parecido de ceguera ante los acontecimientos mundiales. Tal vez
reconozcan que el mundo ha cambiado muchísimo desde 1914, pero no comprenden lo
que eso realmente significa. Por nuestro estudio de la Biblia, nosotros sabemos
que, en cierto sentido, el Reino de Dios vino en 1914, cuando Jesús fue
coronado Rey en los cielos. Pero también sabemos que aún no se ha contestado
por completo la oración “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el
cielo, también sobre la tierra” (Mat. 6:10). Obviamente, para que la voluntad
de Dios se haga en la Tierra como se hace en el cielo, primero tiene que
desaparecer el presente sistema malvado.
Gracias a
nuestro estudio constante de la Palabra de Dios, nosotros podemos ver que hay
profecías cumpliéndose ahora mismo. ¡Qué contraste con el resto de las
personas! Están tan absortas en su propia vida y en sus deseos que pasan por
alto las pruebas de que Cristo ha estado reinando desde 1914 y pronto ejecutará
la sentencia divina sobre este mundo. Ahora bien, si usted quizá lleva décadas
sirviendo a Dios, conviene que se pregunte: “¿Tengo ahora tanto interés en el
significado de los sucesos mundiales como el que tenía años atrás?”. Incluso si
es Testigo desde hace poco, piense: “¿Qué absorbe mi atención?”. Sea cual sea
la respuesta, veamos tres importantes razones por las que sabemos que el Rey
ungido de Dios pronto tomará medidas para que la voluntad divina se haga a plenitud
en la Tierra.
LOS JINETES HAN HECHO SU APARICIÓN
En 1914,
Jesucristo, representado como un jinete a lomos de un caballo blanco, recibió
su corona celestial y de inmediato salió cabalgando para completar su victoria
contra este sistema satánico (lea Revelación 6:1, 2). La descriptiva profecía
del capítulo 6 de Revelación indicaba que, tras el establecimiento del Reino de
Dios, las condiciones mundiales empeorarían rápidamente. Habría guerras,
escasez de alimento, enfermedades y otras causas de muerte, y estos sucesos
están representados por el avance de tres jinetes que siguen de cerca a
Jesucristo (Rev. 6:3-8).
Se predijo que
la guerra iba a “quitar de la tierra la paz”, y eso mismo ocurrió. De nada
sirvieron las promesas de cooperación internacional o los esfuerzos
diplomáticos. La Primera Guerra Mundial puede considerarse la primera de muchas
guerras importantes que han quitado la paz de la Tierra. Y a pesar de los
avances económicos y científicos que se han visto desde 1914, la escasez de
alimento sigue amenazando la seguridad mundial. Además, ¿quién puede negar que
todo tipo de epidemias, desastres naturales y otras plagas mortales siguen
cobrándose millones de víctimas todos los años? El alcance, la frecuencia y la
gravedad de estas desgracias no tienen precedente en la historia humana. ¿Se da
cuenta de lo que eso significa?
Mucha gente
tenía puesta su atención en la Primera Guerra Mundial y la aparición de la
gripe española. En cambio, los cristianos ungidos habían estado esperando con
entusiasmo que en 1914 acabaran los tiempos de los gentiles, también llamados
“los tiempos señalados de las naciones” (Luc. 21:24). No estaban completamente
seguros de lo que sucedería, pero sabían que 1914 marcaría un cambio
trascendental en el gobierno divino. En cuanto se dieron cuenta de que las
profecías bíblicas se estaban cumpliendo, declararon con valor que el Reino de
Dios había comenzado. Su proclamación los convirtió en blanco de una intensa
persecución, y el hecho de que eso ocurriera en muchas naciones fue en sí mismo
otra prueba de que las profecías se estaban cumpliendo. En las décadas que
siguieron, los enemigos del Reino atacaron a los siervos de Jehová promulgando
leyes injustas en su contra. Además, los maltrataron físicamente, los
encarcelaron y hasta los mandaron ahorcar, fusilar o decapitar (Sal. 94:20;
Rev. 12:15).
Con tantas
pruebas de que el Reino de Dios ya está establecido en los cielos, ¿por qué la
mayoría de la gente no se da cuenta de esa realidad? ¿Por qué no pueden atar
cabos y ver que se están cumpliendo profecías bíblicas que el pueblo de Dios
lleva mucho tiempo proclamando? ¿Será que solo prestan atención a lo que ven
con sus ojos? (2 Cor. 5:7.) ¿Están tan centrados en sí mismos que no pueden ver
lo que Dios está haciendo? (Mat. 24:37-39.) ¿Será que se dejan distraer por las
ideas y objetivos que el mundo de Satanás promueve? (2 Cor. 4:4.) Para percibir
lo que está ocurriendo en la región invisible, se requiere fe y visión
espiritual. ¡Cuánto nos alegra no ser ciegos a lo que realmente está pasando!
CADA VEZ HAY MÁS MALDAD
Una segunda razón
por la que sabemos que pronto el Reino de Dios tomará las riendas de los
asuntos aquí en la Tierra es esta: la maldad de la sociedad humana es cada vez
mayor. Las características predichas en 2 Timoteo 3:1-5 llevan casi un siglo
viéndose, y de hecho han llegado a todos los rincones del planeta y son cada
vez más notorias. ¿Se da cuenta usted de eso? Analicemos algunos ejemplos que
lo demuestran (lea 2 Timoteo 3:1, 13).
Compare lo que
se consideraba escandaloso en los años cuarenta o cincuenta con lo que ocurre
hoy en los lugares de trabajo o en el mundo del entretenimiento, los deportes y
la moda. La violencia y la inmoralidad extremas están a la orden del día.
Algunos buscan parecer los más feroces, los más obscenos o los más despiadados.
Programas de televisión que en los años cincuenta se consideraban inaceptables
se emiten ahora como apropiados para toda la familia. Y muchas personas
reconocen el enorme poder que los homosexuales tienen en el mundo del
espectáculo y el de la moda, un poder que utilizan para promover su estilo de
vida a la vista de todos. ¡Cuánto agradecemos saber lo que Dios piensa de eso!
(Lea Judas 14, 15.)
También podemos
recordar lo que se consideraba conducta rebelde por parte de los jóvenes de los
años cincuenta y compararlo con lo que está ocurriendo hoy. A los padres les
preocupaba, y con razón, que sus hijos fumaran, bebieran o bailaran de manera
sensual. En la actualidad, escalofriantes titulares se han vuelto el pan de
cada día. Un estudiante de 15 años dispara contra sus compañeros de clase y
deja 2 muertos y 13 heridos. Unos adolescentes borrachos asesinan brutalmente a
una niña de nueve años y dan una paliza al padre y al primo. Se afirma que los
jóvenes son los responsables de la mitad de los delitos cometidos en cierto
país asiático en los últimos diez años. ¿Puede cualquier persona razonable
negar que el mundo está mucho peor?
El apóstol
Pedro predijo acertadamente: “En los últimos días vendrán burlones con su
burla, procediendo según sus propios deseos y diciendo: ‘¿Dónde está esa
prometida presencia de él? Pues, desde el día en que nuestros antepasados se
durmieron en la muerte, todas las cosas continúan exactamente como desde el principio
de la creación’” (2 Ped. 3:3, 4). ¿Cómo podría explicarse esta reacción? Parece
que cuanto más común es una situación, menos nos asombra. Puede que un cambio
inesperado y repentino en la conducta de alguien que tenemos cerca nos
conmocione. Sin embargo, el deterioro de la moralidad de la sociedad en
general, como es gradual, quizás pase desapercibido. Pero no por ello deja de
ser peligroso.
El apóstol
Pablo nos advirtió de que “los últimos días” serían “difíciles de manejar” (2
Tim. 3:1). Pero no dijo que fueran imposibles de manejar, así que no hay razón
para que tengamos miedo ni nos desanimemos. Con la ayuda de Jehová, de su
espíritu y de la congregación cristiana podemos superar cualquier temor o
desilusión. Podemos permanecer fieles. “El poder que es más allá de lo normal”
es el de Dios, no el nuestro (2 Cor. 4:7-10).
Es interesante
que Pablo comenzara su profecía sobre los últimos días con la expresión “sabe
esto”. Estas palabras garantizan que lo que escribió a continuación se cumplirá
sin falta. Por eso, no hay duda de que esta sociedad malvada seguirá de mal en
peor hasta que Jehová acabe con ella. Los historiadores han dejado constancia
de que algunas civilizaciones o naciones sufrieron un marcado deterioro moral
antes de desplomarse. Pues bien, nunca antes la moralidad del mundo entero ha
caído tan bajo. Muchos quizás no hagan caso de lo que eso significa, pero el
hecho es que esta degeneración sin precedentes que ha tenido lugar desde 1914
es una clara señal de que el Reino de Dios pronto cambiará el curso de la
historia.
ESTA GENERACIÓN NO PASARÁ
Todavía hay una
tercera razón para confiar en que el fin está cerca: lo que ha ocurrido con el
pueblo de Dios. Por ejemplo, antes de que el Reino de Dios se estableciera en
los cielos, un grupo de ungidos fieles estaba sirviendo a Dios con entusiasmo.
¿Qué hicieron cuando no se cumplieron algunas de sus expectativas sobre lo que
pasaría en 1914? La mayoría siguió sirviendo a Jehová. A pesar de las pruebas y
persecuciones que tuvieron que aguantar, la mayoría de aquellos ungidos, si no
todos, continuaron fieles hasta el fin de su vida en la Tierra.
En su detallada
profecía sobre la conclusión de este sistema de cosas, Jesús dijo: “De ningún
modo pasará esta generación hasta que sucedan todas estas cosas” (lea Mateo
24:33-35). Entendemos que “esta generación” a la que se refirió Jesús está
compuesta por dos grupos de cristianos ungidos. Los ungidos del primer grupo
presenciaron lo que ocurrió en 1914 y comprendieron que Cristo había empezado a
reinar en ese año. No es solo que estuvieran vivos entonces, sino que durante
ese año o antes ya habían sido ungidos con espíritu como hijos de Dios (Rom.
8:14-17).
El segundo
grupo de “esta generación” está compuesto por ungidos contemporáneos del primer
grupo. No se trata simplemente de que estuvieran vivos al mismo tiempo que los
miembros del primer grupo, sino que fueron ungidos con espíritu santo cuando
aún quedaban en la Tierra miembros del primer grupo. Así pues, no todos los ungidos
de la actualidad forman parte de “esta generación” de la que Jesús habló. Hoy
en día, los miembros del segundo grupo ya tienen una edad considerable. Sin
embargo, las palabras de Jesús registradas en Mateo 24:34 nos garantizan que
“de ningún modo pasará esta generación” antes de que comience la gran
tribulación, así que por lo menos algunos miembros de dicha generación estarán
vivos en la Tierra cuando llegue ese momento. Este hecho refuerza nuestra
convicción de que ya falta poco para que Jesucristo, el Rey del Reino de Dios,
destruya a los malvados y dé paso a un nuevo mundo justo (2 Ped. 3:13).
CRISTO COMPLETARÁ PRONTO SU VICTORIA
¿A qué
conclusión nos lleva ver el cumplimiento de las tres profecías que hemos
analizado? Jesús advirtió que no sabríamos el día o la hora en que vendría el
fin, y no los sabemos (Mat. 24:36; 25:13). Pero, como Pablo señaló, sí sabemos
cuál es “el tiempo” (lea Romanos 13:11). Sabemos que vivimos en los últimos
días. Si se examinan las profecías y lo que Jehová y Jesús están haciendo, es
imposible no ver las pruebas de que el fin de este sistema ya está cerca.
Quienes se niegan
a reconocer la inmensa autoridad que ha recibido Jesucristo, el victorioso
Jinete del caballo blanco, pronto tendrán que admitir su error. No podrán
escapar del juicio divino. Muchos clamarán aterrorizados: “¿Quién puede estar
de pie?” (Rev. 6:15-17). El siguiente capítulo de Revelación contesta esa
pregunta. Los ungidos y los que abrigan la esperanza terrenal estarán “de pie”
porque habrán obtenido la aprobación divina. Entonces, la “gran muchedumbre” de
las otras ovejas sobrevivirá a la gran tribulación y entrará en el nuevo mundo
(Rev. 7:9, 13-15).
Si nos
concentramos en las profecías bíblicas que se están cumpliendo en estos tiempos
emocionantes, no nos dejaremos distraer por el mundo de Satanás ni seremos
ciegos al verdadero significado de los sucesos mundiales. Cristo pronto
completará su victoria sobre esta sociedad perversa en la justa guerra del
Armagedón (Rev. 19:11, 19-21). ¡Qué futuro tan feliz nos aguarda! (Rev. 20:1-3,
6; 21:3, 4.)
FUENTE: http://wol.jw.org/es/wol/d/r4/lp-s/2014047#h=2
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