“Jehová mismo lo sustentará [durante su] enfermedad.” (SALMO 41:3)
COMO es natural, todos queremos
tener buena salud. Si usted alguna vez ha tenido una enfermedad muy grave, tal
vez llegó a preguntarse si lograría curarse. O quizás se pregunta lo mismo si
tiene a un amigo o un familiar muy enfermo. La Biblia habla de varias personas
que se preguntaban si un día se curarían. Una de esas personas fue el rey
Ocozías, que era hijo de Acab y Jezabel. Él tuvo una caída y preguntó si se
recuperaría de sus heridas. Más tarde, el rey Ben-hadad de Siria también quiso
saber si alguna vez se curaría (2 Reyes 1:2; 8:7, 8).
En tiempos bíblicos, Jehová a
veces usó su poder para curar a algunas personas. Incluso les dio su poder a
algunos profetas para resucitar muertos (1 Reyes 17:17-24; 2 Reyes 4:17-20,
32-35). Por eso, algunas personas que están enfermas se preguntan si hoy día
Dios también usará su poder para curarlas.
Jehová puede usar su poder para
hacer que algunas personas se enfermen. Por ejemplo, él castigó con una
enfermedad a un rey de Egipto y a la hermana de Moisés (Génesis 12:17; Números
12:9, 10; 2 Samuel 24:15). Y cuando los israelitas le desobedecieron, Dios los
castigó con plagas y enfermedades (Deuteronomio 28:58-61). Pero Jehová también
puede usar su poder para proteger a sus siervos y hacer que no se enfermen
(Éxodo 23:25; Deuteronomio 7:15). A veces incluso curó a algunos de ellos. Por
ejemplo, curó a Job cuando estaba tan enfermo que quería morirse (Job 2:7;
3:11-13; 42:10, 16).
Al igual que Jehová, Jesús puede
curar a las personas. Cuando estuvo en la Tierra, curó a leprosos, epilépticos,
ciegos, paralíticos y a otros enfermos (leaMateo 4:23, 24; Juan 9:1-7). Estos
milagros nos hacen imaginar todo lo que Jesús hará en el Paraíso. Cuando
vivamos allí, nadie dirá: “Estoy enfermo” (Isaías 33:24).
Entonces, si estamos muy
enfermos, ¿podemos esperar que Jehová o Jesús usen su poder para curarnos hoy
día? ¿Qué debemos tomar en cuenta cuando vamos a elegir un tratamiento?
BUSQUE LA AYUDA DE JEHOVÁ
Jehová les dio su espíritu santo
a los primeros cristianos, y algunos de ellos pudieron hacer milagros (Hechos
3:2-7; 9:36-42). Por ejemplo, algunos curaron aenfermos y otros hablaron
idiomas que no sabían hablar (1 Corintios 12:4-11). Pero la Biblia dijo que
esos milagros dejarían de suceder, y eso fue lo que pasó (1 Corintios 13:8).
Por eso, hoy día no esperamos que Dios haga un milagro para curarnos a nosotros
o a nuestros seres queridos.
Pero si estamos muy enfermos,
Jehová nos consolará y nos apoyará. Eso fue lo que hizo con sus siervos en el
pasado. El rey David escribió: “Feliz es cualquiera que obra con consideración
para con el de condición humilde; en el día de calamidad Jehová le proveerá
escape. Jehová mismo lo guardará y lo conservará vivo” (Salmo 41:1, 2). ¿Quiso
decir David que si en esa época una persona ayudaba a alguien humilde, esa persona
nunca moriría? No. Lo que quiso decir es que si esa persona enfermaba, Dios la
ayudaría y la cuidaría (Salmo 41:3). Nos anima saber que Jehová sabe lo que
estamos sufriendo y no se olvida de nosotros. Él nos da valentía y sabiduría
para enfrentar una enfermedad. Y además, ha hecho que nuestro cuerpo pueda
recuperarse por sí mismo de algunas enfermedades.
El Salmo 41 habla de cuando el
rey David estaba muy enfermo. Según parece, estaba muy preocupado porque su
hijo Absalón quería quitarle el poder. Pero David estaba tan enfermo que no
podía hacer nada para detenerlo. Él sabía que los problemas de su familia eran
por culpa del pecado que cometió con Bat-seba (2 Samuel 12:7-14). ¿Qué hizo
entonces? Le dijo a Jehová: “Muéstrame favor. De veras sana mi alma, porque he
pecado contra ti” (Salmo 41:4). David sabía que Jehová había perdonado su
pecado y buscó su ayuda mientras estaba enfermo. Pero ¿esperaba que Jehová
hiciera un milagro y lo curara?
En el pasado, Jehová decidió usar
su poder para curar a algunas personas. Por ejemplo, cuando el rey Ezequías
estaba a punto de morir, Jehová hizo que se curara y viviera 15 años más (2
Reyes 20:1-6). Entonces, ¿esperaba David que Jehová también hiciera un milagro
con él? No. Él esperaba que Dios lo ayudara tal como ayudaría a la persona que
es buena “con el de condición humilde”. David era un buen amigo de Jehová, así
que le podía pedir que lo consolara y lo cuidara mientras estuviera enfermo.
También le pidió que lo ayudara a recuperarse. Nosotros podemos pedir lo mismo
que David (Salmo 103:3).
El apóstol Pablo y otros
cristianos tenían poder para curar enfermos (leaHechos 14:8-10). Por ejemplo,
Pablo una vez curó a un hombre que tenía fiebre y una infección muy grave.
Hechos 28:8 dice que “oró, puso las manos sobre él, y lo sanó”. Pero Pablo no
curó a todas las personas enfermas que conoció. Por ejemplo, él tenía un amigo
llamado Trófimo, que lo acompañó en un viaje de predicación (Hechos 20:3-5, 22;
21:29). Durante el viaje, Trófimo se enfermó. Pero Pablo no lo curó, así que
Trófimo ya no pudo seguir acompañándolo (2 Timoteo 4:20). Pablo tenía otro
amigo, llamado Epafrodito. La Biblia dice que se enfermó y estuvo a punto de
morir, pero no dice que el apóstol lo curara (Filipenses 2:25-27, 30). Como
vemos, Pablo y otros cristianos no curaron a todos los cristianos de sus
tiempos.
TENGA CUIDADO CON ALGUNOS CONSEJOS
Lucas era médico y acompañó a
Pablo en algunos viajes de predicación (Hechos 16:10-12; 20:5, 6; Colosenses
4:14). Quizás lo ayudó a él y a otros cristianos cuando se enfermaron durante
esos viajes (Gálatas 4:13). Como dijo Jesús, los que están enfermos necesitan
que los ayude un doctor (Lucas 5:31).
Lucas no era solo alguien a quien
le gustaba dar consejos para tener buena salud. Él era un médico de verdad. Por
eso cuando escribió el libro de Lucas y el de Hechos, usó algunas palabras
médicas y escribió sobre algunas curaciones que hizo Jesús. ¿Dónde o cuándo
aprendió medicina? La Biblia no lo dice. Pero tal vez fue en una escuela de
medicina que había en Laodicea, cerca de la ciudad de Colosas. Quizás por esto
Pablo mencionó a Lucas en su carta a los colosenses y les dijo que les enviaba
sus saludos.
Hoy día, ningún hermano puede
hacer milagros para curarnos. Pero algunos quieren ayudarnos a mejorar la salud
y tal vez nos ofrezcan consejos, aunque no los hayamos pedido. Claro, algunos
consejos pueden ser buenos. Por ejemplo, Pablo sabía que Timoteo tenía algunos
problemas de estómago, tal vez por tomar agua contaminada. Así que le aconsejó
que tomara un poco de vino (lea 1 Timoteo 5:23).* (Lea la nota.) Pero debemos
tener cuidado con los consejos que nos den. Un hermano quizás intente
convencernos de que probemos algún medicamento o remedio natural. O quizás nos
diga que debemos o no debemos comer ciertos alimentos. Tal vez nos diga que eso
ayudó a algún familiar suyo que tenía un problema parecido. Pero eso no quiere
decir que también nos ayudará a nosotros. Un medicamento o tratamiento puede
ayudar a muchas personas, pero hacer daño a otras (lea Proverbios 27:12).
SEA PRUDENTE
Todos queremos tener buena salud
para disfrutar de la vida y servirle a Jehová. Pero como somos imperfectos, nos
enfermamos. Quizás podamos elegir entre varios tratamientos, y tenemos derecho
a decidir cuál seguiremos. Pero debemos ser prudentes. Algunas personas o
compañías tal vez nos digan que tienen un tratamiento que nos va a curar. Pero
puede que lo hagan solo para ganar mucho dinero. Quizás digan que muchas
personas lo están usando y que han mejorado. Pero no debemos probar cualquier
cosa con tal de sentirnos mejor y vivir más tiempo. Proverbios 14:15 dice que
la persona prudente no se cree todo lo que le dicen, sino que piensa bien antes
de decidir.
Si somos prudentes, tendremos
cuidado con los consejos que recibamos, sobre todo si vienen de alguien que no
tiene la capacitación apropiada. Debemos preguntarnos: “¿Estoy seguro de que
esa vitamina, dieta o remedio natural ha ayudado a otras personas? Incluso si
les ha funcionado a otros, ¿cómo sé que me funcionará a mí? ¿Debería investigar
más y consultar a un especialista?” (Deuteronomio 17:6).
También debemos ser prudentes al
decidir qué pruebas médicas nos haremos o qué tratamientos seguiremos (Tito
2:12). Es muy importante tener cuidado sobre todo si la prueba o el tratamiento
que alguien nos ofrece parece algo extraño. ¿Puede explicarnos con claridad
cómo funciona? ¿Hay algo raro o sospechoso en la explicación? ¿Tiene el apoyo
de muchos médicos? (Proverbios 22:29.) Puede que alguien nos diga que se ha
encontrado una cura en un lugar muy lejano y que muchos médicos todavía no la
conocen. Pero ¿hay pruebas de que esa cura de verdad existe? O tal vez hasta
nos ofrezca un producto que tenga algún “ingrediente secreto” o alguna fuerza
misteriosa. Esto puede ser muy peligroso. Jehová no quiere que usemos magia ni
poderes sobrenaturales (Deuteronomio 18:10-12; Isaías 1:13).
“¡BUENA SALUD A USTEDES!”
En tiempos de los primeros
cristianos, los hermanos que dirigían la predicación les enviaron una carta a
los cristianos para decirles que tenían que evitar ciertas cosas. La carta
terminaba con estas palabras: “¡Buena salud a ustedes!” (Hechos 15:29). Es
cierto que estas palabras solo eran una forma de despedirse. Pero nos recuerdan
que es normal que todos deseemos tener buena salud.
Fuente:
http://wol.jw.org/es/wol/d/r4/lp-s/402015925?q=enfermos&p=par#h=14
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