10 de enero de 2017

Al llegar a casa

Acabo de llegar a casa , bajo un calor torrencial. LAS NUBES PARECEN LEJANOS RECUERDOS. El sol arremete y apenas si nos da tregua. Agradecemos a Jehová que hizo la noche, para descansar por lo menos, en estos meses, de este calor que parece derretirnos. No hay mayor placer que servirle y eso lo sabe cualquiera que ha caminado bajo el sol, la lluvia, y la incomprensión de las puertas cerradas, las ventanas que golpetean, las miradas huidizas que se esconden tras las ventanas. Todo es parte del oficio, como dicen. Pero hay un gozo en todo ello. No sé como explicarlo. O mejor aún , sé cual es la fuente de ese gozo suave y duradero, como una rafaga de aire calido en un día yerto. Es Jehová, la fuente de todo gozo para un testigo, es Jehová.
Pero los días transcurren como agua entre los dedos y uno quiere decir a las personas: hey, falta un resto de tiempo y todo no será más. Pero ese no es el modo de hacerlo. O quiza sea un modo provocador e hiriente. No el que Jesús enseñó. Debemos seguir, a la siguiente puerta, al siguiente amo de casa. Oir, preguntar, responder. En verdad, la luz se hace amplia en estos últimos tiempos, pero, sin duda, muchos ojos se abrirán y muchos querrán escuchar, sólo es cuestión de ser amables, pacientes y comprensivos acerca de las necesidades espirituales de cada uno.
La luz se apaga y mi esposa ya quiere dormir. Bien, le digo, sólo una linea más.
- Recuerda que mañana hay servicio - me dice cariñosa .
Apagó la luz, pero sigo pensando en el calor, en la lluvia, en este clima raro, en los saludos, en las excusas, en todo este vaivén de los últimos tiempos. Cierro los ojos, pero no puedo dormir. Me he acostumbrado a  dormir tarde por la noche. Mi esposa se sorprende que pueda levantarme tan temprano. Así somos los viejos, le digo bromeando. Mañana hay servicio y yo lo dirijo. He pensado en una ruta donde a las hermanas el sol no les sea tan agresivo, pero estas calles arden como una caldera. Apenas si podemos encontrar sombra de cuando en cuando.
Mi esposa me acaricia el cabello mientras me llama a su lado. Terminó de leer estas últimas lineas para ella, miró sus ojos dulces, cierro los míos y duermo pensando en el día de mañana, en el sol, en la lluvia, en el fuego, en el aire, en las nubes...

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