30 de diciembre de 2010

¿Quiere Dios que me haga rico?



Generalmente escuchamos frases como:

- El Señor me dè fuerzas para enriquecerme.

- El Señor me brinde prosperidad material.

- Tengo grandes sueños porque el cielo es grande

 Estas frases son parte de lo que podriamos llamar "Teologìa de la prosperidad"

¿Què es la teologìa de la prosperidad?

- Es la bùsqueda de los bienes materiales utilizando a Dios como un vehìculo, un medio, y no un fin.

- Es tambièn llamada la Teologìa de la distracciòn, donde actividades comunes como jugar, comer, vender, comprar, etc, se realizan en exceso, y se convierten en la fuente principal de nuestra atenciòn.

¿Porque no nos bendice Dios con bienes materiales?

- Porque en el mundo hay: guerras, enfermedades, hambre, desintegraciòn familiar y lo menos importante es lomaterial y si lo espiritual.

- Debemos estar contentos con tener lo suficiente para cubrir nuestras necesidades bàsicas y servir a Jehovà.

Debemos recordar finalmente las palabras de Jesùs "Presten atenciòn a sì mismos para que sus corazones nunca lleguen  a estar cargados debido al exceso de comida y bebida, ni por las inquietudes de la vida misma" (Lucas 21: 34)

23 de diciembre de 2010

¿Por qué deberíamos obedecer las leyes de Dios?

Muchas veces no entendemos las normas o reglas que Dios nos brinda. Actuamos como si ellas no existieran, como si nadie pudiera decirnos nada acerca de nuestro proceder y pudiéramos hacer lo que quisiéramos, sin tener consecuencias de ello. Imagínate que los padres no establecieran ciertas reglas para los hijos como el respetar la privacidad entre hermanos, no pelear o llegar a ciertas horas a casa, recoger los juguetes luego de jugar, mantener en orden las aéreas en común que tiene la familia. Ese hogar viviera en constantes pelea porque nadie respetaría el espacio de nadie. ¿Verdad que sería un caos? Las reglas y las leyes son necesarias. Y con mayor razón si estas provienen de un ser tan sabio y amoroso, como nuestro creador. Aunque, muchas veces pensamos “Es injusto que yo tenga que actuar de esa manera” o “¿por qué debo seguirlas?”. En realidad, no las conocemos a fondo y nos rebelamos porque sí, sin ninguna razón lógica. Pero, en realidad ¿conocemos que es las leyes que provienen de la justicia de Dios?
La palabra justicia en el texto hebreo (Mateo 6: 33: “Buscad primero el reino de Dios y su justicia”), puede traducirse, como “rectitud” o “derecho”. Eso sin embargo no quiere decir que la justicia de Dios sea un frío conjunto de leyes, que busca reprimirnos, privarnos de nuestra libertad o hacernos seres sumisos sin ninguna voluntad. No, de ninguna manera. Las reglas que Jehová Dios nos da son un reflejo de su amorosa personalidad, de su infinito poder y su eterna sabiduría. En consideración a estas virtudes debemos de confiar ciegamente en Él, aunque muchas veces no entendamos el porqué o la razón de esta o aquella norma, y tratar de vivir en armonía, en vez de dejarnos llevar por el que dirán, la presión social o el simple deseo de no quedar mal con nadie.
La obediencia a sus leyes debe nacer siempre de nuestro amor hacia Él, no de un temor ciego e irracional. No debemos de temer a Dios porque el es Amor. Pero debemos temer desagradarlo o herirlo con nuestras acciones, al igual que tratamos de no lastimar a los seres que amamos como nuestros padres o nuestros hijos. Seguramente tenemos defectos o vicios que no nos gustaría que salieran a relucir frente a ellos. Y no es que les tengamos miedo, sino que simplemente no deseamos herirlos con nuestras actitudes. Igual sucede con Jehová Padre. Por ese afecto que le tenemos debemos de obedecer. Podemos seguir el ejemplo q
ue nos dejó Jesús: amar sin límites, más allá de la propia existencia ¿No sería este un lugar mejor si obedecemos una de las leyes básicas que nos otorgó el creador: ama a tu prójimo como a ti mismo? Ese mandamiento junto al de amar a Jehová con todo tu corazón, con toda tu mente y todo tu espíritu, son la raíz del cambio que debe tener el mundo.

Además, Deberíamos tratar de evitar imponer nuestro propio punto de vista sobre el criterio de justicia de Dios. Somos falibles y erramos con mucha frecuencia, más de lo que incluso nosotros desearíamos. Por ello, también evitemos compararnos con nuestro compañeros, nuestros amigos, familiares o conocidos, es decir, evitemos el espíritu de competencia que puede llevar a enfrentamientos, luchas, resentimientos, incluso nos puede conducir a ser soberbios, pues podríamos sobrevalorar nuestras propias habilidades y olvidarnos del sentido de la justicia de Dios, de su leyes y sus amorosas razones para establecerlas.

Un abrazo muy fuerte a todos ustedes y que Dios los bendiga.

PD: Disculpen si tardo en contestar pero a veces el tiempo no me alcanza.

13 de diciembre de 2010

Una canciòn muy hermosa: este es mi deseo

UNa de las canciones màs hermosas que he escuchado, sin lugar a dudas, es esta, de Claudio Freidzon de la iglesia "Rey de Reyes". Disfrutenla.

11 de diciembre de 2010

Benditos seas

Déjame contemplarte
Tú que eres Santo, Santo, Santo,
abre mis ojos, yo quiero verte.
Tú que eres la luz del altar,
déjame contemplar la majestad de tu gloria
porque mi alma se enorgullece en ti
Tú mismo eres la respuesta,
Librador de todos los temores.
Si hay alguien que pueda compararse a ti
que se ponga de pie: la tierra esta desierta
Tú eres Santo, Santo, Santo.
Quiero verte, quiero verte, mi Señor
Deja sonar el cuerno que alaba tu gloria.
Tú eres el amado, Incomparable,
tu cumples todas tus promesas, sólo Tú,
por eso en ti confío.
Dame tu fuerza, llena mi ser,
recibe mi adoración, solo tú,
me postró ante ti, a tus pies,
por siempre entregado a ti
y es un honor, Jehová.
Que se prolongue por siempre
en mi estirpe tu adoración que no hay otra riqueza
que amarte y ser amado,
tu servicio digno.
Gózate, alma mía,
que Elohim escucha tu oración.
Sólo un momento, sólo un momento,
déjame sentir tu amor, Misericordia Pura.
¿Qué se le puede comparar?
Ilumina mi alma, mi mente, mi corazón.
Si al final de los tiempos
Tus dedos acarician mi cabeza y dices:
Buen trabajo, buen siervo, buen trabajo.
¿Qué más he de esperar?
Escucha gritar tus mares, la tierra
que tu fundaste
y consuela mi hambre de ti
porque en ti existo, Dios.
Aunque digan Yavé no está,
yo sé que Tú me levantaste,
me sacaste de los bosques,
me bajaste de las montañas,
me hiciste participe de tu congregación,
adorado seas por siempre, Adonai.
Justa alabanza para ti sea siempre.
Que en los cielos los ángeles eleven
tu nombre hasta las alturas que tu Gloria merece.

ASÍ ES

1 de diciembre de 2010

¿Testamento o alianza?

 
Tradicionalmente  llamamos “Antiguo Testamento” al conjunto de libros que narran las peripecias del pueblo judío por alcanzar la tierra prometida. Empieza con el libro de Génesis, luego relata la travesía de Moisés en el éxodo, las leyes del Deuteronomio, los trabajos de los jueces hasta los primeros reyes del pueblo de Jacob, a quien Dios llamó Israel, y termina con el libro de los profetas, específicamente el libro de las profecías de Malaquías. En cambio, el llamado Nuevo Testamento, empieza con los evangelios, sigue con los Hechos de los apóstoles, las cartas de los Apóstoles Juan, Pedro, Judas, Santiago y que termina con el libro de Revelaciones o Apocalipsis.

Sin embargo, la palabra que se traduce como "testamento", es la palabra hebrea "Berit" que traducida fielmente al castellano, equivale a decir "Alianza" o "Pacto". Es decir, la palabra de Dios es promesa y esperanza para los hombres. Recordemos que la antigua alianza se dio entre Dios y Abraham y por consiguiente a sus descendientes. Veamos que le dijo Jehová a Abraham: "A tu descendencia daré esta tierra" (Génesis 15:18)

En cambio, la Nueva Alianza se da entre Jehová y la humanidad entera, a través del sacrificio de su hijo Jesucristo "porque esta es mi sangre, la sangre de la Nueva Alianza" (Lucas 22:20). Lo cual indica que el Pacto Nuevo ha sido establecido para bien nuestro. Porque siendo sinceros, lo tenemos más fácil, aparentemente, porque sólo debemos de cumplir con dos reglas: "Él le dijo ‘Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente’. EL segundo es semejante a él, es este: ‘Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo’. De estos dos mandamientos pende toda la Ley, y los Profetas". (Mateo 22: 37 – 40).

Que el amor de Jehová Todopoderoso los ilumine siempre.