La voz entre los bosques

¿Escuchas el sonido que sale de los bosques? ¿No ves que esas sombras toman de los aires el que les fue negado? Ven, mira lo que hay entre la hierba. Un disfraz, una isla gimiente. En realidad, la piel de un hombre. ¿La reconoces? ¡Es tuya! Tu isla, tu piel. Sí, porque ya no eres lo que solías ser: aquel que buscaba los cielos para respirar un poco de pureza, un poco de si mismo. ¿Qué pasó con los años? ¿Hicieron daño tus entrañas? ¿Desgastaron las convenciones tus sueños? Te arrancaron las alas, ¿el trabajo y su monotonía?, ¿el sexo y su lujuria? 

Yo sé de un ser que andaba por las noches en las playas, bebiendo la sangre dulce de las sirenas escuchando el vaivén de las olas. ¿Eras tú, acaso? Dónde está tu corazón que mordía las nubes y devoraba las calles. No te reconozco mismo. ¿Quién eres? Toma una moneda y escribe algo. Y no devuelvas el fuego con el fuego porque las entrañas tuyas ya no arden y podrían ser cenizas antes que versos. ¡Mira la luna y hazla danzar como antes! ¿Aún tus huesos pueden gritar a tales alturas? ¿Ahora entiendes el motivo de mi silencio? Eras el albatroz, pero te has convertido en el marinero burlón en cubierta. Ya basta de tantas andanzas nocturnas que solo te traen un poco de muerte a los ojos y te niegan como cultivador de la belleza. ¡Ya no pulses mas las cuerdas de la muerte!

Que Jehovah el Dios eterno te bendiga. Un abrazo.