A punto de descansar,
tendido en cama, rendido de días,
el abrazo de mi esposa en mis brazos,
liberados de fuegos fatuos,
oramos suavemente,
leemos nuestra Biblia delicadamente
y nuestras revistas
nos acompañan desde el velador.
Nuestras noches son así,
ríos de paz discurren
entre nuestras sabanas
cómo montañas de flores blancas.
La sonrisa de mi esposa
hace bullir mi corazón
como olas en la espuma de mar.
Apagó las luces.
Conversamos
en la oscuridad tenuemente
y ella me cuenta de sus horas
y su voz tintinea
como un cascabelito de alegría,
retoza juguetonamente
como una mariposa de fuego.
Susurro su nombre,
beso su frente, nos miramos,
uno es el espejo del otro,
y así, llenos de cada uno,
nos apagamos lentamente
como una mecha que humea,
esperando despertamos
al día siguiente
en el amor de nuestro Dios.
15 de agosto de 2018
POEMA: Los abrazos en que duermo.
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