1. LOS FARISEOS
El nombre fariseos, o Peru·schím, probablemente significa “separados”. Los fariseos se consideraban seguidores de Moisés. Formaron su propia sociedad o fraternidad (en hebreo, javu·ráh). Para ser admitido, había que prometer ante tres miembros que se observaría con rigurosidad la pureza levítica, se evitaría la relación estrecha con los ʽam haʼ·á·rets (la multitud ignorante), y se pagarían meticulosamente los diezmos. Marcos 2:16 menciona a “los escribas de los fariseos”. Algunos fariseos eran escribas y maestros profesionales, mientras que otros eran laicos. (Mateo 23:1-7.)
Los fariseos creían que Dios es omnipresente. Razonaban que, puesto que “Dios estaba en todas partes, podía adorársele dentro y fuera del Templo, y que no se le invocaba solo mediante sacrificios. Así que promovieron la sinagoga como lugar de culto, estudio y oración, y la convirtieron en un lugar central e importante en la vida de la gente, hasta el punto de rivalizar con el Templo”. (Encyclopaedia Judaica.)
Los fariseos no apreciaban el templo de Jehová, lo cual se desprende de las palabras de Jesús: “¡Ay de ustedes, guías ciegos!, que dicen: ‘Si alguien jura por el templo, no es nada; pero si alguien jura por el oro del templo, queda obligado’. ¡Necios y ciegos! ¿Cuál, de hecho, es mayor?: ¿el oro, o el templo que ha santificado el oro? También: ‘Si alguien jura por el altar, no es nada; pero si alguien jura por la dádiva que está sobre él, queda obligado’. ¡Ciegos! ¿Cuál, de hecho, es mayor?: ¿la dádiva, o el altar que santifica la dádiva? Por lo tanto, el que jura por el altar jura por él y por todas las cosas que están sobre él”. (Mateo 23:16-20.)
¿Cómo es posible que los fariseos razonaran de forma tan retorcida? ¿Qué pasaban por alto? Vea lo que dice Jesús a continuación. “Y el que jura por el templo jura por él y por el que en él habita.” (Mateo 23:21.) El erudito E. P. Sanders comentó lo siguiente acerca de este versículo: “El templo era santo no solo porque se adoraba allí al Dios santo, sino porque Él estaba allí”. (Judaism: Practice and Belief, 63 BCE—66 CE [El judaísmo: la práctica y la creencia, 63 a.E.C.—66 E.C.].) No obstante, la presencia especial de Jehová significaba poco para los que enseñaban que Dios estaba en todas partes.
Los fariseos también creían en una mezcla de predestinación y libre albedrío. En otras palabras, “todo está predestinado, pero se da libre albedrío”. En cualquier caso, creían que Adán y Eva estaban predestinados a pecar y que hasta un leve corte en el dedo estaba predeterminado.
Puede que Jesús tuviera presente estas ideas falsas cuando habló del derrumbamiento de una torre que provocó la muerte de dieciocho personas. Preguntó: “¿Se imaginan ustedes que con eso se probó que [las víctimas] fueran mayores deudores que todos los demás hombres que habitaban en Jerusalén?”. (Lucas 13:4.) Este accidente, como casi todos, fue consecuencia del “tiempo y el suceso imprevisto”, no del destino, como creían los fariseos. (Eclesiastés 9:11.) ¿Qué postura adoptaban con respecto a los mandamientos de las Escrituras estas personas supuestamente entendidas?
Eran innovadores religiosos
Los fariseos afirmaban que los rabinos de cada generación debían interpretar los mandamientos de las Escrituras según las ideas de su tiempo. Por esa razón, la Encyclopaedia Judaica dice que “no les resultaba muy difícil armonizar las enseñanzas de la Torá con sus ideas modernas, o ver sus ideas implícitas o aludidas en las palabras de la Torá”.
Con respecto al Día de Expiación anual, transfirieron la facultad de expiar los pecados que tenía el sumo sacerdote al día en sí. (Levítico 16:30, 33.) En la celebración de la Pascua, concedían más importancia a la narración de las lecciones del relato del Éxodo mientras tomaban el vino y el pan ácimo, que al cordero pascual.
Con el tiempo, la influencia de los fariseos se dejó sentir en el templo. Instituyeron una procesión para llevar agua del estanque de Siloam y derramarla como libación durante la fiesta de la recolección, así como la costumbre de golpear ramas de sauce sobre el altar al concluir la fiesta y oraciones diarias que no se basaban en la Ley.
The Jewish Encyclopedia dice que fueron “especialmente significativas las innovaciones de los fariseos en relación con el sábado”. Se esperaba que al llegar el sábado la esposa encendiera las lámparas. Los fariseos prohibían cualquier tarea que pudiera conducir de algún modo a trabajo ilícito. Llegaron al extremo de regular el tratamiento médico y se enfadaron cuando Jesús hizo curaciones milagrosas en sábado. (Mateo 12:9-14; Juan 5:1-16.) Pero estos innovadores religiosos no se contentaron con establecer nuevos reglamentos que sirvieran de cerca o valla para proteger las leyes bíblicas.
Abrogación
Los fariseos se creían con autoridad de suspender o abolir las leyes bíblicas. Su razonamiento se refleja en una máxima del Talmud: “Es mejor eliminar una ley, que olvidar toda la Torá”. Un ejemplo fue la interrupción del Jubileo, pues pensaban que nadie prestaría al pobre al acercarse ese tiempo por miedo a perder su dinero. (Levítico, capítulo 25.)
Otros ejemplos son la abrogación del juicio de una mujer de quien se sospechara que había cometido adulterio y la suspensión del proceso de expiación en el caso de un asesinato no esclarecido. (Números 5:11-31; Deuteronomio 21:1-9.) Con el tiempo también abrogaron el requisito bíblico de proveer para los padres necesitados. (Éxodo 20:12; Mateo 15:3-6.)
Jesús advirtió: “Guárdense de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía”. (Lucas 12:1.) El fariseísmo, con sus actitudes no teocráticas, era completamente hipócrita y no debía introducirse de ningún modo en la congregación cristiana. No obstante, las obras de consulta judías hablan mejor de los fariseos que de los saduceos. Examinemos a continuación a este grupo más conservador.
2. LOS SADUCEOS
Es posible que el nombre saduceos provenga de Sadoc, sumo sacerdote de los tiempos de Salomón. (1 Reyes 2:35, nota.) Los saduceos formaban un partido conservador que representaba al templo y al sacerdocio. A diferencia de los fariseos, que fundaban su autoridad en la virtud del estudio y la piedad, los saduceos la basaban en la genealogía y la posición. Se opusieron a las innovaciones de los fariseos hasta la destrucción del templo en 70 E.C.
Los saduceos no solo rechazaban la predestinación, sino que tampoco aceptaban ninguna enseñanza que no se mencionara explícitamente en el Pentateuco, aunque se expusiera en otra parte de la Palabra de Dios. De hecho, “consideraban que era una virtud debatir” estos asuntos. (The Jewish Encyclopedia) Nos hace recordar la ocasión en la que desafiaron a Jesús con respecto a la resurrección.
Los saduceos pusieron la ilustración de una viuda que había tenido siete esposos y preguntaron: “En la resurrección, ¿de cuál de los siete será ella esposa?”. Por supuesto, daba lo mismo que aquella viuda hipotética hubiera tenido catorce o veintiún esposos. Jesús explicó: “En la resurrección, ni se casan los hombres ni se dan en matrimonio las mujeres”. (Mateo 22:23-30.)
Como Jesús sabía que los saduceos rechazaban todos los escritores inspirados con la excepción de Moisés, respondió basándose en el Pentateuco. Dijo: “Concerniente a los muertos, de que son levantados, ¿no leyeron en el libro de Moisés, en el relato acerca de la zarza, cómo Dios le dijo: ‘Yo soy el Dios de Abrahán y Dios de Isaac y Dios de Jacob’? Él no es Dios de muertos, sino de vivos”. (Marcos 12:26, 27.)
Persiguen a Jesús y a sus discípulos
Los saduceos preferían la relación diplomática con otras naciones a esperar al Mesías, si es que acaso creían en su venida. Se había acordado con Roma que ellos administrarían el templo, y no querían que se presentara ningún Mesías que obstaculizara su labor. Dado que veían a Jesús como una amenaza para su posición, se aliaron con los fariseos para tramar su muerte. (Mateo 26:59-66; Juan 11:45-50.)
Como los saduceos tenían una orientación política, lógicamente demostraron su lealtad a Roma y gritaron: “No tenemos más rey que César”. (Juan 19:6, 12-15.) Tras la muerte y resurrección de Jesús, fueron los saduceos los primeros que intentaron detener la difusión del cristianismo. (Hechos 4:1-23; 5:17-42; 9:14.) Este grupo desapareció después de la destrucción del templo en 70 E.C.
Fuente: Atalaya del 15 de marzo de 1995, pp 25 y 26 (w95 15/3 25, 26)
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