- Mira – dijo señalando un pequeño punto en el
jardín.
- Es una flor de manzanilla - dije -. Seguramente la trajo el
viento.
- ¿Y de dónde la trajo?
- No lo sé, pequeña.
- ¿Y qué le va a pasar a la flor?
La miré durante
un instante y pude ver la tristeza arremolinándose como nubes dentro de sus pupilas.
- No te pongas triste. Mira – dije, sacando un
pañuelo del bolsillo – vamos a guardarla aquí.
- ¿Se va a poner bien? ¿Podemos sembrarla? ¿Podemos?
- Podemos colocarla entre dos hojas...
- ¿Dos hojas?
- Sí, princesa, hojas como las que tú
utilizas para hacer tus dibujos, ¿recuerdas?
Asintió con la
cabeza.
- ¿Y luego?
- Luego, la
guardaremos en una cajita de madera para recordar siempre lo hermosa que era.
- ¿Así hacen cuando alguien muere?
- No, corazón. Cuando alguien muere lo entierran. ¿Sabes qué es eso?
- Es cuando a una persona la cubren con tierra,
¿verdad? ¿Mi abuelito... cuando murió lo enterraron?
- Sí, cariño.
- ¿Y dónde está mi abuelito?
- Cuando una persona muere, pequeña, el espíritu
que estaba en su cuerpo desaparece, ya no existe.El cuerpo se queda vacío.
- ¿Vació? ¿Y dónde va su espíritu?
- A ningún lado, cariño. ¿Recuerdas que tu papí te
enseñó lo que dice la Biblia sobre eso?
- Hummmmm.- dijo, frunciendo los labios.
- ¿Leyla? Oh, pequeña, ven – dije, pero ella ya se
había arrodillado al lado de la pequeña flor.
- ¡Era tan pequeñita! – dijo, tomado la florecilla
entre sus dedos –. ¡Y tan delicada! – susurró, acariciándola, mientras el polen se impregnaba entre sus dedos como granos diminutos de arena. Me miró un instante.
- ¿Podemos sembrarla? – preguntó de repente.- ¿Podemos,
Julius?
- Oh, pequeña Leyla.
La observó
brevemente. Aspiró por última vez su perfume, y llevándola delicadamente entre
las palmas de sus manos, abrió un pequeño hoyo en el borde del jardín y la
enterró allí. Luego volteó hacía mí y dijo:
- Aunque no lo creas, Julius, yo sé que volveré a
ver a esta flor en la resurrección,
junto a mi abuelito.
Y se marchó satisfecha hasta donde un grupo de niños jugaba animadamente bajo el amoroso amparo de sus
madres.
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